domingo, 13 de mayo de 2012

NORA REINVENTA LA DEHESA.

La princesa de Liechtenstein quiere aprovechar al máximo las posibilidades de este paisaje.


Nora reinventa la dehesa

¿Por qué no aprovechar una encina a la que le quedan pocas ramas para darle forma de jardín circular y llenarlo de plantas aromáticas? ¿Por qué no construir un mirador en su parte alta, desde el que observar aves? ¿Por qué no reunir en una finca desde artistas hasta fontaneros o agricultores europeos interesados en conocer las posibilidades de trabajo y de disfrute que les ofrece la naturaleza ?
En Valdepajares del Tajo lo están haciendo. Ubicada en el municipio cacereño de Peraleda de la Mata, junto a Navalmoral, la finca ocupa 280 hectáreas y fue adquirida por el fallecido marqués de Mariño, Vicente Sartorius, y su esposa, la princesa Nora de Liechtenstein, en 1988. Ella se enamoró de la dehesa prácticamente al instante, pero no empezó a preocuparse técnicamente por este paisaje hasta que en 2005 las encinas empezaron a enfermar. «Les poníamos inyecciones, hablábamos con unos y otros vecinos de lo que pasaba...», relata esta mujer, que se ha propuesto exprimir todo el jugo posible a esta estampa única de España y Portugal, con la intención de dotarla de un futuro más rentable del que ofrece en su presente.
En medio de esa búsqueda de soluciones para los árboles enfermos fue cuando apareció, hace ya siete años, el austríaco Sepp Holzer, experto en permacultura, que empezó a aplicar en esta finca sus teorías autodidactas basadas en su experiencia con el cultivo ecológico.
«Este hombre ha sido siempre un avanzado. De pequeño intercambiaba en el colegio bocadillos por fresas que había conseguido cultivar a 1.300 metros de altura, en la finca que sus padres tenían en Salzsburgo, cuando eso no era capaz de hacerlo nadie», apunta la princesa.
Esa práctica personal sobre el aprovechamiento permanente de la naturaleza, que es a lo que se refiere el término permacultura, se le quedó bien grabada a Nora, que se ha empeñado en diseñar una dehesa que vaya más allá del aprovechamiento tradicional para el pastoreo, del de las bellotas como comida para el ganado y de sacar a las encinas madera con la que hacer leña.
«Esa madera es fuerte, parecida a la teca y habría que buscarle algún otro uso», apunta.
Para empezar esta especie de reinterpretación de la dehesa por algún sitio, hace cinco años sacó las reses que pastaban en su terreno (se ha quedado con cerdos y pollos), con el propósito hacer posible la regeneración del suelo.
«El excesivo número de cabezas de vacuno lo pisó y compactó, el agua no se filtraba y corría por las laderas aumentando la erosión. Holzer siempre ha dicho que en la erosión solo crecen las piedras».
Los resultados de ambas acciones se están advirtiendo ya sobre una tierra que al pisarla parece una alfombra, o en los brotes de encina que rodean los árboles y que antes desaparecían porque se los comía el ganado que buscaba la sombra.
«Se nota una recuperación progresiva de la fertilidad del suelo y una creciente diversidad de flora y fauna en una magnitud que antes no existía, dando lugar a la caza».
Cerdos con menos estrés
«Tenemos que ser más imaginativos y salir del 'esto es lo que se ha hecho siempre'. Buscar nuevas opciones, que las hay, y probarlas. Puede ocurrir que algunas no salgan adelante y también que las que menos se espera que prosperen te acaben dando una sorpresa, pero eso no se sabe si no se investiga, ¿no?», señala la propietaria.
Sabe bien de lo que habla porque al poco de adquirir este terreno plantaron olivos en intensivo, un régimen con el que no tuvieron ningún éxito.
Nora de Liechtenstein tiene muchos más proyectos, desde convertir la finca en un centro de referencia internacional al que acudan personas interesadas en la permacultura y en el ecosistema de la dehesa, hasta elaborar cosméticos con las hierbas y la cera de las abejas que se mueven por su trozo de dehesa. También, aprovechar las propiedades de las plantas medicinales que crecen en su suelo o instalar un matadero en la propia finca con el fin de que el proceso de cría de sus animales no se fastidie por el estrés que supone tener que trasladarles durante kilómetros para morir.
«Cuando eso sucede, el animal que has mimado en el campo sufre un shock que hace que su carne se endurezca y pierda las propiedades que podría tener. Hemos visto en Austria minicarnicerías transparentes de carne caliente en las propias fincas, que es lo que queremos instalar cuando la legislación española lo permita».
Muchas ideas son las que bullen, no solamente en su cabeza, sino en la del equipo que forma quienes trabajan en Valdepajares y entre los técnicos que colaboran apoyando sus propuestas.
Se trata de gente como Carolina Fraile, Rosa Gómez o Inocencio Blanco, de Ctaex (Centro Tecnológico Agroalimentario de Extremadura), que aseguran que la de Nora de Liechtenstein es una finca piloto que tiene que servir para demostrar que los proyectos que en ella se manejan no son extravagancias ni rarezas.
«Nadie está inventando nada; lo único que se está haciendo es pensar en la dehesa de dentro de 30 años. Cuando se habla de I+D+i se habla de lo que se está haciendo aquí y lo que se quiere llegar a hacer. Descubres algo, lo desarrollas y lo mejoras, simplemente eso», señala Blanco.
Forman también parte del equipo ganaderos, ecologistas y carniceros de la zona, o el joven moralo David Álvarez, experto en Ciencias Medioambientales y paisajista formado en Irlanda y Portugal, que se siente feliz en los dos jardines que cuida en Valdepajares. Uno es el 'de los sueños', mencionado al inicio de esta información, ideado una mañana que el austríaco Holzer vio claro cómo no dejar morir una encina medio deshojada. El otro, tropical, se encuentra junto a las casas de la finca, se ha construido una charca en su medio, mientras que en su perímetro se han colocado pérgolas de troncos, una combinación que permite crear zonas de sol y de sombras y alcanzar un microclima que favorece el crecimiento de las plantas aromaticas y medicinales.
«Ofrece un ambiente de temperatura y humedad idóneos que hacen posible que este jardín tenga unas flores, que en la vida podrían crecer en la dehesa», cuenta Álvarez, mientras muestra orgulloso una de sus preferidas, la caléndula que se deja ver entre romero, santolina o salvia.
Cuando le llamaron para ofrecerle trabajo en Valdepajares se encontraba en Madeira y apenas se pensó la posibilidad de regresar al lado de casa para poner en práctica lo que llevaba aprendido. «Ha sido un auténtico regalo», asegura.
Una naturaleza agradecida
Proyectos, ideas e ilusiones que, sin embargo, se ven amenazados por la sempiterna burocracia y la falta de apoyo inversor.
«Yo entiendo que se establezcan controles sobre la carne y sobre todo lo que haga falta, pero dando facilidades a los promotores y agilizando todo el tema del papeleo», señala Nora.
Una traba que le ha llevado a pensar más de una vez en tirar la toalla, aunque al final es la propia naturaleza la que acaba por quitarle esa idea de la cabeza.
«Tardaron tres años en darnos licencia para poder tener cerdos, por ejemplo, que es algo totalmente desesperante. Sin embargo me gusta tanto comprobar cómo la naturaleza te devuelve por quintuplicado cualquier cuidado que le proporcionas que eso es lo que me mantiene con ganas de seguir en esto».
En eso0 andan ella y su equipo, empeñados en sacar el máximo partido a un paisaje tan único como artificial, una transformación del paisaje mediterráneo moldeada por el hombre. El problema que se les plantea es la lenta burocracia y una protección muchas veces mal entendida, que de momento no van a dejar que dé al traste con el sueño de convertir Valdepajares en un lugar especialmente activo.
La verdad es que ya lo es y por ejemplo, mientras se pasea por la finca, es fácil encontrar un chaval que trajina con plantas al pie de las encinas, un alumno del Centro de Formación Agraria de Navalmoral, que practica plantando cantueso aprovechando la tierra removida por los jabalíes.
La dehesa, en fin, como laboratorio en el que experimentar usos tradicionales y ensayar nuevas propuestas.
¿Por qué no aprovechar la harina de bellota en medicina y agroalimentación, como se hizo atrás? ¿Por qué no rescatar dióxido de carbono a través de los árboles de la dehesa?
Esta noticia ha sido recogida del periódico Hoy digital, en el siguiente enlace http://www.hoy.es/v/20120513/regional/nora-reinventa-dehesa-20120513.html

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